martes, 25 de abril de 2017

Rescatando la memoria- Libro de historias memoriales, Arucas 2017

Rescatando la memoria. Arucas 2017.- Libro colectivo.- Consejo de Paz y de Guerra.-


Me animé a presentar un texto literario basado libremente en los sucesos del Consejo de guerra que sufrió el ajedrecista y poeta Pedro Lezcano Montalvo en los años 60, junto al joven periodista Salvador Sagaseta.

El texto ha sido incluido en el libro colectivo "Rescatando la memoria" que edita la Biblioteca Municipal de Arucas. Lo incluyo aquí, una vez producida la presentación del libro ayer tarde...




CONSEJO DE PAZ Y DE GUERRA.-
RICARDO MOYANO GARCIA

"Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios;
una de las dos Españas ha de helarte el corazón"
había escrito Antonio Machado muchos años antes, cuando la guerra civil. Pero esa guerra, las dos Españas, en los años sesenta, la época del desarrollismo y el "baby boom",  parecía ya enterrada aunque en Madrid siguiera mandando el ya anciano general Franco. Parecía. Pero no era totalmente cierto. 
En Las Palmas, el poeta Pedro Lezcano se ganaba la vida con su modesta imprenta (imprimía de todo, hasta recordatorios de comunión) y se dedicaba apaciblemente a sus partidas de ajedrez, a sus aficiones de pesca y buceo, a la búsqueda de setas en el campo... Tenía un sentimiento ecologista, pacifista, ácrata, y desde ese sentimiento universal había escrito años atrás un libro de poemas de reducida divulgación, "Consejo de paz", editado en 1965 tras obtener  un premio en el Gabinete Literario.
El poema que daba título al libro decía así:
"Muchachos que soñáis con las proezas
y las glorias marciales,
bajaos del corcel, tirad la espada,
los héroes ya no existen o están en cualquier parte.
Llegará la hora cero de ser héroes
cualquier día, cruzando cualquier calle".
..."Muchachos soñadores,
bajaos del corcel, tirad el sable
cuando las botas pisen los olivos
y su símbolo aplasten,
coged su savia espesa, echadla al mar,
y veréis como aplaca tempestades".

Era un poema ciertamente antimilitarista, si bien no se dirigía específicamente contra el régimen de Franco. Lezcano explicaría después, ante la polvareda suscitada, que en su mente estaba el peligro de una guerra nuclear, pocos años después de la crisis de los misiles de Cuba entre Estados Unidos y la U.R.S.S., y que no era un ataque al ejército de un país como España que no participaba en ninguna guerra. Quizá era una verdad a medias, un argumento defensivo, pero es cierto que siendo Lezcano  de izquierdas, sí, no era partidista. Los poetas grancanarios, los Millares, Santana, Lezcano... se habían levantado años atrás contra la ejecución del Corredera, y él había compuesto como un romance de ciego el "Poema del Corredera" que sólo vería la luz tras la muerte del general. Pero no quería compromisos con el partido comunista ni con la Canarias Libre de Fernando Sagaseta, la organización que inventó la bandera canaria tricolor, y  había costado la cárcel a éste. Lezcano era un intelectual amante de las tertulias de la casa de Pino Ojeda, la gran poeta de Teror, o las que celebraba en la trastienda de su propia imprenta. No un activista.
Pero no todos pensaban igual. Y el ardor de la juventud bullía en la sangre de un joven de las Juventudes Comunistas, aún menor de edad, el periodista de 17 años Salvador Sagaseta, sobrino de Fernando Sagaseta, el líder de Canarias Libre.  Salvador llevaba un suplemento juvenil en el vespertino local, el Diario de Las Palmas, y allí, en 1966, junto a unos comentarios sobre el cantante protesta francés Antoine, introdujo fragmentos del poema de Lezcano, sin consultar con éste. Pronto ardería Troya. Algunos militares que no habían dado por acabada la guerra civil no leían libros de poemas del Gabinete Literario, pero sí hojeaban la prensa a la hora del vermut. Al ex alférez provisional Gil Palenzuela también se le encendió la sangre al leer el "Consejo de Paz" de Lezcano, y mandó una misiva al periódico: "Consejo de guerra": "Al muchacho se le quiere negar el ser hombre, para convertirle en un ye-ye, en un verdadero crimen de lesa juventud".  Los alféreces provisionales retirados, y no sólo los melenudos cantautores franceses, también sabían protestar. Y el título de la carta no ocultaba en absoluto las intenciones del autor de la queja: apuntaba a la acción de la expeditiva justicia militar. Es comprensible que un poema antimilitarista como el de Lezcano no le gustara en absoluto, pero la reacción era desproporcionada.
Y no fue la única. Otros militares de muchas estrellas y sables en las hombreras leyeron la carta de Gil, rechazaron el poema en enérgicas soflamas homófobas incluso ("a despecho de los invertidos, la heroicidad es consecuencia obligada de la generosidad y hombría de todas las jóvenes generaciones" pronunció un general en su discurso) y la gresca prendió en una hoguera que pilló en medio al ingenuo periodista, y sobre todo al pacífico poeta, envuelto sin querer en una polémica política por un mero ejercicio de libertad artística. 
El Castillo de Mata, en lo alto de la calle Bravo Murillo de la capital, fue el escenario mudo del primer  e inevitable Consejo de guerra...contra el "Consejo de paz". La prosa árida del fiscal castrense poco tenía que ver con metáforas de agua y corceles al viento. Ahí las espadas permanecían enhiestas. Años atrás, muchos de esos informes de la acusación concluían con peticiones de muerte, con fusilamientos al amanecer contra las tapias de un castillo cuartel como ese mismo. Pero esta vez sólo se encausó al periodista y el redactor-jefe del periódico, y nadie quería  ir demasiado lejos en esa década del desarrollismo sesentero, en que los palmerales del sur de la isla se estaban llenando de complejos turísticos, las primeras suecas e inglesas se dejaban ver por Catalina Park, y el dinero fluía en Canarias por primera vez después de décadas de supervivencia a base de plátano y gofio. Por eso el tribunal militar sentenció la absolución. Un joven letrado, Lorenzo Olarte Cullen, había defendido el caso más difícil, el del joven Salvador Sagaseta, cuyo apellido malsonaba en los oídos militares -hacía poco que su tío Fernando había regresado de prisión convertido en un comunista convencido, y nadie descartaba su vuelta a presidio; Cubillo había llenado de estrellas verdes la bandera tricolor y algunos jóvenes pedían un cubata de Canarias libre y cantaban "Mamá, mamá, bandera tricolor..."-.
Quizá por eso no todos eran partidarios de dar carpetazo al asunto. Y tampoco el que mandaba por encima de todos. En la capitanía general ocupaba el puesto un feroz militar de la línea dura, Héctor Vázquez, a quien Fernando Sagaseta tildó lisa y llanamente de “mala bestia”. Se contaban horrores de su mando durante la guerra civil. Y tiene entre sus manos la sentencia absolutoria, debe confirmarla o discrepar, el apellido Sagaseta le quema, y el cuerpo le pide rechazar la sentencia, lo que sería un caso insólito, un desaire en toda regla al Tribunal militar. Pero la calle se lo pone fácil: unos estudiantes le han dado una brutal paliza al ex alférez Gil Palenzuela, y se han publicado cartas reconcorosas en la prensa, afrentosas para el Ejército que ha ganado una guerra, a cuenta de este caso. Vázquez  acepta pues la absolución del redactor-jefe, convidado de piedra, pero ordena repetir el Consejo de Guerra contra el desvergonzado jovenzuelo Salvador Sagaseta, y añadir a la cuerda de encausados al poeta Pedro Lezcano.
Son tiempos de Marte. Las provocaciones de la izquierda radical no ha ayudado a la serenidad. Sin embargo, el instructor de la causa contra Pedro Lezcano, el comandante Ferrer, es un hombre recto que iniciará una amistad con el poeta de por vida a través de esta inconveniente relación de juez militar y procesado. El poeta razonará años después que este episodio le enseñó que en todas partes, en la izquierda y en el régimen, hay siempre hombres de paz y hombres de guerra, que la verdad nunca es unilateral y absoluta.
El hermano de Pedro, Ricardo Lezcano, intelectual afincado en Madrid, mueve los hilos, pero el segundo Consejo de guerra es irrevocable, y como el propio Ricardo dice, "se convocó no ya para juzgar, como el primero, sino para castigar". Cuando el fiscal militar acusa en el nuevo cónclave del Castillo de Mata todo el mundo ha de levantarse, incluso el abogado defensor. Es el protocolo. En cambio, cuando el defensor habla, todos permanecen sentados.  La balanza de la justicia está sesgada. Y el Tribunal no quiere nuevos enfados del capitán general: si el fiscal pide un año para el periodista, la sentencia dirá ¡que sean dos!. Y si el fiscal pide tres meses para el poeta, la sentencia dirá:  ¡que sean seis meses y un día!.
Sí, son tiempos de Marte. Pero Vázquez, en su despacho de capitán general, piensa que tal vez el poeta, que no es comunista, esté pagando culpas ajenas. Su obsesión es el apellido de los Sagaseta, el estigma maldito del nacionalista reconvertido entre rejas al comunismo. Además, le están llegando muchas peticiones de clemencia para Lezcano. De hecho, durante el Consejo de guerra, el vate dijo que el poema se había publicado sin su consentimiento, aunque lo hubiera dado, pues era un poema inocuo. ¿Dijo inocuo o inicuo? El general consulta el diccionario. Inocuo, inofensivo. Bien. Esta dispuesto a salvar a Lezcano... Solo a él.
La postura del militar,  al joven periodista Salvador le refuerza en sus recelos, ya le olía a cuerno quemado la defensa de Lezcano, y la campaña externa por el indulto. Se siente abandonado por el intelectual, piensa que éste ha buscado una salida personal, o por decirlo más a la llana, el joven no se anda con eufemismos, que "quiere salvar su culo". Su tío Fernando está en la misma línea, y va a ver por la tarde a Lezcano al Náutico, donde el poeta espera la salida de la piscina de su hija, que practica natación. De hecho, mientras su sobrino purga ya en prisión provisional, el poeta está libre por las calles. Las dos familias están unidas en realidad, no sólo por la visión antifranquista, sino por razones sentimentales: el ajedrez que practican Fernando Sagaseta y Pedro Lezcano desde los años 40, e incluso la relación de noviazgo entre la hija de Pedro, May, a quien un cáncer terrible arrebatará joven, y el hijo de Fernando. Pero ese día, en el bar del Náutico, saltan chispas:
-¡Pedro, te exijo que renuncies al indulto, que le digas al capitán por escrito que se lo meta donde le quepa!.
Pedro se altera.
-Esa no es una solución, Fernando, iremos los dos a la trena, tu sobrino y yo. ¿Te gustaría eso?
-¡Qué miedo me da a mí la prisión! Pero si acabo de salir de ella. Si te hubieras pasado tres años entre rejas en Burgos, como yo... Además, mi sobrino ya está en prisión provisional, y tú estás aquí tranquilo esperando por tu hija.
-Cálmate, Fernando, que se te hinchan las venas, y te va a dar un infarto. Las gestiones deben hacerse para que nos den el indulto a los dos, o a ninguno. Y así se lo he escrito ayer a mi hermano Ricardo. A los dos, o a ninguno.
Fernando no atendía razones. Cuando se alteraba se cegaba. Se marchó haciendo aspavientos. Uno y otro se habían mandado mutuamente a freír espárragos. Lezcano, más sensible, se quedó  mal para toda la tarde. Romperían relaciones por un tiempo, y Fernando -y menos su sobrino- nunca perdonarían del todo a Lezcano.

 Las cosas no se arreglaron: pese a los esfuerzos, el capitán general insistió en pedir un indulto sólo para el poeta, y así lo ratificó el Consejo de Ministros, reduciendo la pena del poeta a breve arresto domiciliario. Cuando se vio libre, Pedro Lezcano cogió a su familia y se marchó a Lanzarote, a bucear, a respirar, a olvidarse de la locura de las dos Españas en el mar de Arrieta, en los giros de los peces tropicales que le miraban burlones... Pedro les miraba con sus gafas adaptadas para miopes, sin entender tampoco; estaba muy afectado por todo lo ocurrido, por los efectos de un poema, y por la prisión de quien no era, como él decía, "sino un muchacho".
Salvador Sagaseta permaneció dos años en prisión, casi todo el tiempo en severo régimen en presidios peninsulares. Pero cuando fue liberado, le aguardaba además la entrada en un batallón disciplinario en el Sáhara, por su edad militar y su insubordinación en prisión. Esa era la gota que colmó el vaso. Y el partido comunista montó todo un dispositivo para ocultar al joven en la isla y lograr su salida al extranjero, oculto. En ese dispositivo, colaboró plenamente Pedro Lezcano, asumiendo graves riesgos, ocultando a Salvador en un apartamento de alquiler, hasta que pudieran sacarlo del país. 
Pero la huida no fue fácil. Un cónclave de la izquierda en los bares de San Felipe, donde comieron pescado, bebieron vino y planearon detalles de la escapada, acabó mal con un accidente de tráfico y Pedro Lezcano malherido en el hospital. El accidente destapó la reunión de izquierdistas, y la guardia civil empezó a registrar los domicilios. El escondite no era seguro, y hubo que precipitar la salida de Salvador. Se contactó con un mercante soviético, atracado en el Puerto de la Luz. Pero el capitán ruso se negó en redondo a aceptar al prófugo:
-La revolución se hace en Canarias, no en la Unión Soviética. Allí ya está hecha.
Al final se compraron los favores de un carguero japonés, el Haruna-Maru II, cuyos marineros no sabían nada de su presencia; sólo el capitán. El polizón emergió de una bodega enclaustrada y de olores pestilentes cuando el barco alcanzó las costas argelinas. Nadie en la marinería entendía una palabra de su idioma a bordo, pero Salvador Sagaseta no dejaba de gritar "¡Libre, libre!". Los marineros pensaban que era un ladrón, y Salvador tuvo que inventarse excusas creíbles: que era un periodista inglés en busca de libertad, y que huía porque había dejado embarazada a una mujer en tierra.
Tardaría aún diez años en poder regresar a España: con la ley de amnistía de 1977. A su vuelta  volvió a ejercer el periodismo en el Diario de Las Palmas (pudo haber dicho, como Fray Luis de León, "Decíamos ayer...") e inició una brillante carrera periodística, truncada por desgracia, ya que murió joven, como su tío Fernando.
Lezcano, a raíz de estos hechos, quedó muy afectado. Apenas volvió a publicar durante la dictadura libros de poemas, y  radicalizó su postura antifranquista. Fue ya en la transición cuando se convirtió en un poeta popular colaborando con Mestisay, redactando poemas populistas y nacionalistas como "La maleta" (a raíz de la entrada de España en la O.T.A.N.). Incluso se incorporó al fin a la vida política donde llegó a ser presidente del Cabildo. Pero nunca dejó de cantar a la paz y a la ética:
"Lo que da razón a la boca es la palabra.
Sin ella, la mía es
mortal herida en la cara.
Por eso canta mi boca la paz, ¡y vuelve a cantarla!"
.............
Hoy el Castillo de Mata es un museo civil y, con los ojos de ahora, nos parece todo un episodio sepia de hemeroteca, de cuando la dictadura de plomo, un incidente algo bufo donde afortunadamente no corrió la sangre homicida, aunque sí crueles y absurdas represalias de un sistema opresivo contra el sacrificado oficio de periodista y escritor...  También podemos verlo como el coletazo tardío de antiguos rencores, de cuando se levantaron en el 36 hermano contra hermano. Algunos sectores de la izquierda calentaron el tema y perjudicaron también a los afectados, un poeta de la paz y el joven muchacho que se iniciaba en la prensa local sin darse cuenta de que se enfrentaba a un poderoso sistema represivo, todavía en pié. 
Pero si le quitáramos importancia a estos sucesos del ayer cometeríamos un error. El pasado siempre contiene lecciones vivas, muy vivas, para el presente y el futuro.
"Españolitos que vienes al mundo..."


sábado, 22 de abril de 2017

Ajedrez Las Palmas. Regional o Campeonato de Canarias 1986

Ajedrez en Las Palmas. Campeonato Regional de Canarias 1986. Ajedrez


Ricardo Moyano. Colaboración del M.F. Ernesto Solana. abril de 2017.
Ultima versión 7/4/2018. Se corrigen errores menores.


Ajedrez y antiguo reloj de cuerda

         Regional o Campeonato de Canarias de ajedrez 1986.- Junio 1986.-


         1. Introducción.- Si en 1985 ya se había celebrado de forma un poco improvisada el campeonato regional de Canarias -pues sólo se dió acceso a jugadores de las islas capitalinas, Gran Canaria y Tenerife, frente a la idea "insularista" que ya se tenía en mente-, en este año 1986, aunque se celebró por última vez el campeonato provincial de Las Palmas y Tenerife, y las Federaciones Provinciales aún no habían desaparecido, se completó la nómina de jugadores del regional o autonómico con representantes de las islas de Lanzarote y de La Palma.

         Por ello,  tomaron parte en el torneo autonómico: Juan Pedro Domínguez y Ernesto Solana (por Gran Canaria), Lucas E. Mendoza y Hugo Rubio (por Tenerife), así como un representante de Lanzarote, Antonio López Pereyra, y otro de La Palma, Miguel Angel Cánovas.

         La ampliación de la nómina, 6 jugadores en vez de los 4 habituales, llevó a eliminar la doble vuelta, así que se disputaba por una liga a una sola vuelta, lo que hacía un poco aleatoria la clasificación, ya que sólo se disputaban pues cinco partidas, sin posibilidad de reacción frente a los "pinchazos", toda que vez que sólo dos jugadores se clasificaban, al menos reglamentariamente, para el nacional previsto en verano en La Roda (Albacete).

         2. Desarrollo.- El torneo se disputó en el R.C. Victoria de Las Palmas de G.C. a principios de junio de 1986. Continuaba la tradición del año anterior de llevar los mejores torneos federativos a sedes distintas al emblemático Club Caja, como muestra del distanciamiento de los nuevos responsables de la Federación de dicho club. Como el año anterior, se simultaneó el regional masculino con el torneo femenino y con el juvenil (donde repetiría victoria Jesús Carmelo Rivero).

         Los favoritos eran los dos grancanarios, que parecían más en forma que sus peligrosos rivales tinerfeños, Lucas Mendoza y Hugo Rubio Porriños. Y de hecho, en las rondas iniciales tanto Solana como Domínguez se situaron en cabeza. Pero la inesperada derrota de Juan Pedro con Lucas Mendoza obligó al veterano Domínguez a pelear por la victoria contra su paisano Ernesto Solana, que tenía dificultades para simultanear el torneo con sus exámenes universitarios. El resultado de la lucha fraticida fue la victoria de Domínguez, que no le permitió pese a todo superar a Lucas Mendoza, pero sí tuvo la consecuencia de relegar a Ernesto Solana al tercer puesto, lo que pudo poner en peligro su participación en el nacional de ese año.



         Pese a todo, al torneo nacional de La Roda, un suizo de 47 ajedrecistas, no acudió Domínguez, y  su plaza fue cubierta por Ernesto Solana, y además acudieron el campeón Lucas Mendoza y Adalberto Villavicencio por Tenerife, además del titulado José Luis Fernández, de origen vasco, pero con licencia la provincia canaria en ese tiempo. Solana se resarció en parte de su regular actuación en el regional, y fue el mejor clasificado, aunque ninguno de los canarios pudo brillar en el duro torneo suizo de ese año: Ernesto Solana (25º), Adalberto Villavicencio (26º), Lucas Mendoza - Tenerife (28º).

                  

         Los tres representantes canarios obtendrían en años sucesivos títulos internacionales. Actualmente los tres juegan esporádicamente. Respecto a los otros partícipes del regional, Tony López Pereyra continúa en competiciones, especialmente en Lanzarote, Cánovas destacó en el ajedrez por correspondencia, y Juan Pedro Domínguez, el más veterano, ya se retiró, pero a sus 80 años sigue jugando por internet.





         La atención a este torneo fue relativamente nutrida en la prensa local, en especial en el diario Canarias 7. Algunas partidas pueden obtenerse del I Informator Canario que puso en marcha la Federación Provincial en ese año (aunque realmente aborda la temporada 86-87 incluye algunas partidas de torneos previos, como éste). Gracias a las partidas contenidas en dicho volumen y a las facilitadas por el M.F. Ernesto Solana, podemos ofrecer una base parcial de dicha liguilla. Pero antes de ello veamos algo de la escasa prensa de ese torneo.







    Y finalmente, el enlace a la base de datos pgn que contiene unas cuantas partidas del torneo, algunas comentadas por Ernesto Solana.

Partidas regional 1986 Campeonato de Canarias

viernes, 21 de abril de 2017

Ajedrez Las Palmas. Regional de Canarias 1985: Menvielle y Valcárcel clasificados



Campeonato Regional de Canarias 1985. A. Menvielle campeón de Canarias, J.A. Valcárcel subcampeón.

(Ricardo Moyano García.  Boletín del torneo facilitado por el M.F. Ernesto Solana Suárez).
Ultima versión: 7/4/2018. Se incluye cuadro de clasificación y se corrigen errores menores.


Menvielle, aun en activo, record de campeonatos provinciales e insulares


1. Introducción. Como ya señalé en el artículo sobre el campeonato provincial de Las Palmas de 1985, este año se recuperó el torneo regional individual, abandonado desde 1973, fecha desde la cual sólo se disputaban campeonatos provinciales y no a nivel de toda Canarias. También por entonces se celebraban competidas luchas de selecciones entre Las Palmas y Tenerife, que incluso valían para el acceso al campeonato nacional por equipos. Pero en los años 70, dado que cada provincia clasificaba por su cuenta jugadores y equipos, estos torneos regionales se habían abandonado.

La razón del retorno al formato regional (ahora ya "autonómico" desde la implantación del Estado de las autonomías por la Constitución de 1978) se debía a razones político-federativas. Se intentaba ir a una estructura de Federación autonómica e insulares, con la desaparición de las dos provinciales. Ello implicaba la celebración de pruebas de alcance autonómico, y en concreto de un Campeonato Individual de Canarias o Absoluto. Y de hecho en 1986 desaparecieron las Federaciones Provinciales.

Por todo ello, se implantó de nuevo el regional, recuperando ese viejo torneo ganado en 1960 por Fernando Sagaseta por primera vez, y en el que competirían, siguiendo el formato clásico, los campeones y subcampeones de las dos provincias en una liguilla a doble vuelta, seis jornardas pues en total. Se clasificaban el primero y el segundo para el campeonato nacional de Huesca en ese verano de 1985.

         2.Lugar y nómina.- Desarrollo.- El torneo se celebró en el Círculo Mercantil de Las Palmas entre fines de junio y principio de julio de 1985, simultaneado con el campeonato individual femenino regional (entre la tinerfeña Marta Mendoza y la grancanaria Lutgarda González, que se impuso) y el juvenil regional (donde también ganó un grancanario). La concentración de torneos regionales daba cuenta del nuevo espíritu "autonomista" y no "provincialista" que se imponía en esta etapa.

            Los participantes en el regional de 1985 fueron el campeón provincial de Las Palmas Augusto Menvielle, el tercer clasificado J.A. Valcárcel (por renuncia del subcampeón Alfredo Brito), el campeón tinerfeño Juan Alonso Quecuty, y el subcampeón Luis Aguirre.

         Los grancanarios, y en particular Menvielle, eran favoritos. Augusto, "recordman" de campeonatos provinciales grancanarios, tenía un año excelente; y Valcárcel, que se había reincorporado a las competiciones en la década de los 80, había recuperado su categoría de preferente y era de nuevo uno de los grandes del tablero local. Y demostraron la superioridad sobre los tinerfeños, aunque con excesiva facilidad quizá. Menvielle tomó la directa desde el principio, cediendo unas únicas tablas en la primera vuelva contra Valcárcel, mientras que por la segunda plaza pugnaban al principio Valcárcel y Aguirre, con Alonso Quecuty muy desdibujado, al parecer con problemas de salud (incluso sufrió un desmayo durante las jornadas). Juan Alonso Quecuty era un profesor ya veterano, integrante de la selección tinerfeña desde fines de los años 60,  que estuvo muy activo esos años en Tenerife e incluso en torneos en Las Palmas, para marchar poco después a la península. Luis Aguirre, gran valor igualmente del ajedrez tinerfeño, fue presidente de su Federación durante muchos años.

         El torneo avanzó, y con la victoria de Menvielle sobre Valcárcel en la cuarta ronda quedó decidido virtualmente, y matemáticamente en la quinta, al ganar de nuevo Augusto a su rival de turno, hasta el punto de que al final del torneo tenía 5,5 sobre 6 posibles. Segundo fue J.A. Valcárcel también en una excelente actuación, cediendo sólo la derrota y tablas con Augusto y unas tablas más, es decir obteniendo 4 puntos, por 1,5 de Aguirre y 1 punto solo de Juan Alonso Quecuty.



Agradezco la confección del cuadro de clasificación y resultados por un colaborador habitual de este blog.




         El torneo fue arbitrado eficazmente por el joven Ernesto Solana (colaborador habitual ahora de este blog), y se editó un boletín del mismo, siguiendo la línea de los nuevos federativos de publicar boletines de torneos locales. Gracias a la facilitación de dicho boletín hemos podido conocer muchas de las partidas, aunque la prensa local realizó un buen seguimiento y también publicó alguna.

        Veamos algo de prensa de ese torneo.

        








       


Clasificados y participantes en el Campeonato de España de 1985, Huesca: Del campeonato regional salía el representante canario en el campeonato de España de ese año, en Huesca. Si bien en principio sólo había una plaza -la del campeón Menvielle- la Federación Española concedió una segunda plaza, que se adjudicó a Aguirre, por renuncia de Valcárcel. Pero además. a última hora, la Federación provincial logró una tercera plaza como "valor promocionable" para Alfredo Brito, hecho curioso ya que Alfredo había renunciado a jugar el regional.

                Pregunto a J.A. Valcárcel por su renuncia a participar en el campeonato nacional de Huesca, así como por su renacida forma en estos años 80:
           
           
            -Juan Antonio, tras una carrera meteórica en los primeros años 70, donde llegaste a jugar el I Internacional de Las Palmas en 1972, prácticamente te retiraste en 1974. Pero en los años 80 volviste con fuerza, en los Torneos del Corte Inglés e incluso en los provinciales y regionales. Por ejemplo en 1985 te proclamaste 2/3 en el provincial, tras Menvielle y empatado con Brito, y en el regional quedaste subcampeon. Eso recordaba tu año mágico de 1970, campeón regional y participante en el nacional de Llarenes. Pero aunque la F.E.D.A.concedió dos plazas a Canarias, renunciaste en esta ocasion  a participar, y ocupó la segunda plaza el tinerfeño Luis Aguirre.



            -En 1985 jugaba mejor que en 1970,  comprendía mejor las posiciones y veía las variantes esenciales con más  claridad, pero ya no tenía la misma ilusión que entonces. En 1970 era soltero. En 1985 estaba  casado y tenía dos hijos pequeños: Pablo de  seis años y Jacobo de tres. El nacional se jugaba en verano, y eEn ningún momento pasó por mi cabeza sacrificar las vacaciones con mi familia en aras  del ajedrez. Además, el  campeonato de España se iba a celebrar en Huesca, por el sistema suizo, a diferencia del sistema de liga en que había participado en 1970, lo que no era tampoco particularmente atractivo para mí.



Veamos por último una base de datos con las 8 partidas disponibles, ya que no ha sido posible conseguir las de la última ronda, de todas formas sin relevancia clasificatoria ya.


Regional Canarias 1985 9 partidas

jueves, 20 de abril de 2017

Diario del Solitario (6) Conferencia interruptus


Diario del Solitario (6): conferencia interruptus





         Diario del Solitario 6. Conferencia interruptus.-

         Suena mi teléfono cuando estoy buceando entre las novedades literarias en una librería de la calle Triana. Y es el Solitario, que me convoca a charla en el paseo de las Canteras. Me resisto, le cuento lo que hago.

         -Deje usted los libros,  y coja la guagua. La tarde es joven y azul, y el mar, frente a mí, repite su conseja de siempre.

         -¿Y cuál es?

         -Cual va a ser. "Recuerda que has de morir". Ese el ritmo eterno del mar. Y como contrapunto, "aprovecha que son dos días". Eso lo sabemos bien los viejos. A veces, ni dos días.

     Cuando llego, Solitario está sentado en un velador, con una limonada, bermudeando, y me invita a imitarle. Pero yo pido una cerveza sin alcohol. El camarero arrastra una leve cojera, y Solitario menea la cabeza, pensativo.

         -No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo hemos perdido, a veces sin remedio. Pasa con el amor de las mujeres, con los amigos, con la juventud,  y también con la salud. Mire usted ese pobre camarero.

      -Tampoco es para tanto...

     -Como a usted no le duele... Ahora me acuerdo de una charla que di en un curso jurídico, sobre la discapacidad... Lo que sucedió tuvo algo de humor amargo.

         -Cuénteme, Solitario.

         -Pues mire, era una mesa redonda, esos actos que se llaman así aunque las mesas son siempre rectangulares, y en que varios aburridos disertadores competimos generalmente para dormir mejor a la concurrencia. Pero en esa ocasión el tema era la discapacidad, y la ponencia estrella la ofrecía un abogado que sufría minusvalía y tenía que moverse en silla de ruedas. Había llegado expresamente de Madrid para el acto; y desde el hotel, en un taxi adaptado. Tenía un genio bravo. Cuando el organizador dijo "¿Le han traído bien en el taxi?" se revolvió: "A mí no me ha traído nadie, he venido yo solito"... La cosa no había empezado bien, y siguió peor, porque lo que no estaba adaptada, para consternación de todos, era la tribuna del salón de conferencias.

         -¿Cómo que no estaba adaptada?

         -Que no había rampa para salvar el desnivel entre el público y el elevado estrado de los conferenciantes... La única opción era subir a peso al ponente. Pero éste montó en cólera.

         -Esto es increíble. Una jornada sobre la discapacidad y el propio salón de actos mantiene las vetustas barreras arquitectónicas del siglo XIX. ¡Me largo! ¡Que llamen al taxi de nuevo y modifiquen mi billete de vuelta para esta misma noche!. Y que no me esperen más. Además, esto se va a saber en Madrid.

         El organizador se agitaba alrededor de todos, congestionado. Era un hombre obeso y sanguíneo, que veía peligrar su jornada. Y así era, por su negligencia supina, desde luego. Pero entonces propuse impartir las charlas desde el nivel del público, a pelo, eso sí, porque los cables del micrófono no llegaban hasta abajo. Y el conferenciante estrella aceptó, a regañadientes.

         -Asunto solucionado, Solitario. Gracias a sus buenos oficios. No le faltaba razón al abogado, por otra parte.

         -Cierto todo, joven, excepto en lo de "solucionado". Porque apenas empezábamos a hablar cuando se levantó como un resorte un señor desde la última fila, vociferando que él era muy sordo, que no oía nada, y que había pagado sus derechos de inscripción como el que más, y ni siquiera se alojaba en hoteles ni le traían en taxi como a otros. La manera en que se levantó como un rayo ese hombre altísimo y se mantenía en pié erecto, parecía además una afrenta física contra el inmóvil y menudo ponente, que se iba poniendo por segundos rojo como un tomate. Rojas tenía ya hasta las pupilas, de la ira. El organizador hacía grandes aspavientos y se dirigió hacia el oyente proponiéndole suplicante que se ubicara en la primera fila, o incluso entre los contertulios, o que se le condonaban los gastos de inscripción, pero a todo se negó en redondo.

         -Menos postureos. Si al conferenciante le parece humillante que le aupen hasta los estrados, a mí también me lo resulta el tener que sentarme delante como si fuera un figurón. He pagado por mi anonimato y por mi derecho a la última fila.

         A estas alturas, me estaba entrando la risa. Para disimular, bebí cerveza y me atraganté.

         -Le está bien empleado. ¿Se rié usted de las discapacidades, joven?-

         Finalmente pude contenerme.

         -No, no, en absoluto.... Disculpe. ¿Y cómo acabó la historia?

       -Debería dejarle con la intriga, por pérfido. Pues como el rosario de la aurora. Al pobre director del curso le dió un desmayo, hubo que aflojarle la corbata y la camisa y sacarle al exterior a coger aire. La gente empezó a abandonar la sala entre protestas y malhumores. Se apagaron las luces... La jornada se celebró al fin dos meses después, en una sala perfectamente adaptada. Pero lo gracioso es que cuando todos se habían ido hice de mediador entre el abogado y el asistente, y acabamos los tres tomando whiskys en el bar de al lado y cogiendo una tremenda moña. No diré el modo en que volvimos al hotel. Pero todo esto  que no salga de aquí.

              -¿De donde, de la playa?


         Solitario y yo nos quedamos abstraídos, mirando al mar, como rumiando la historia... Creo que él también estaba divertido, aunque lo disimulaba bien. En bermudas y polo floreado, Solitario parecía uno de esos turistas que vienen del norte a invernar y dicen "Sehr gut" o "Sangría".  Una gaviota trazaba entretanto su curva mágica entre las olas, atisbando presas. Solitario musitó: "Recuerda que has de morir".  A lo que yo respondí: "Y a vivir que son dos días".

Abril 2017 Ricardo Moyano

lunes, 10 de abril de 2017

Galería de ajedrecistas grancanarios. Pedro Lezcano Montalvo 1980-2002 (y III)

Galería de ajedrecistas grancanarios. Pedro Lezcano Montalvo. 1980-2002. (y III)

Ricardo Moyano García (colaboración M.F. Ernesto Solana).
Para Pedro Lezcano Montalvo. In memoriam. 2017.


Con Karpov años 90


Contra Larsen años 70

Con Betancort, Dumesnil, Dominguez y Fernandez años 70

Campañas escolares, con Betancort y J.M. Alemán años 70


         En este último artículo nos ocupamos de la trayectoria en ajedrez de Pedro Lezcano en sus últimas décadas. En 1980 Pedro cumplió 60 años, por lo que era ya un veterano, historia viva de nuestro ajedrez desde los años 40. Sólo Germán Pírez, ya casi totalmente retirado, o Luis Martín Estupiñán, jugador de un nivel inferior, podrían contar etapas anteriores a la llegada al ajedrez grancanario de Pedro Lezcano.

         Como jugador, Pedro destacó en esa segunda juventud que fue para él el comienzo de la década de los 80, su primer lustro. Y ello se debió a que en estos años recuperó la ilusión del juego por el juego, el ajedrez como afición amistosa, y no como medio de ganar algún dinero en las múltiples labores de docente, organizador, jugador, etc. Este cambio se debió al fin la dictadura franquista, lo que supuso el acceso de la sociedad a la libertad artística y política. Pedro se identificó con los movimientos nacionalistas de izquierdas en auge en esos años, a la vez que decantaba su poesía hacia una vertiente más popular o incluso "populista", con poemas como La Maleta y otros de exaltación de la identidad canaria y del pueblo llano, colaborando con grupos folk como Mestisay: con ellos se fue de gira por Suramérica; Pedro recitaba sus poemas más sociales, Mestisay musicaba algunos de sus versos, y el poeta a la vez componía algunas letras para canciones del grupo.

Con el Caja en nacionales 1981 probablemente, con Angel Fernandez, Dominguez


         Además, se decidió a entrar en política activa, aunque sin afiliarse a ningún partido, en las filas de Unión del Pueblo Canario y  Asamblea Canaria, obteniendo a partir de 1983 cargos en la autonomía canaria, como Consejero de Educación del Cabildo y Diputado autonómico, llegando a ser inclusive presidente del Cabildo a fines de los 80. Esta nueva actividad le procuró muchos viajes, además de los ya mencionados con el grupo Mestisay, y saneó su economía. Pero a la vez le privó de mucho tiempo para su obra artística y para el juego de ajedrez. En lo primero, se quejaría al final de su vida que no había podido escribir novelas, ni culminar una verdadera obra literaria. En lo segundo, a partir de 1984 sus partidas de competición son habas contadas, apenas unos pocos torneos individuales hasta 1988, y otras pocas partidas por equipos hasta 1990. En el ámbito nacional su última intervención fue el campeonato por equipos de Calella en 1981, donde volvió a defender los colores del equipo de la Caja Insular de Ahorros por última vez, cerrando su etapa de capitán de equipos grancanarios que había comenzado en Alcoy en 1965.

         El acceso a la política supuso que el poeta, en el mundo del ajedrez, tuviera más peso, a partir de 1985, como promotor de torneos, vocal de la Junta Directiva del club Caja (en la Federación fue también vocal pero sólo hasta 1984), divulgador, etc. Y claro está, como el buen aficionado que seguía siendo, y como profesor y apoyo de la carrera que iniciaba en el ajedrez su hijo Perico Lezcano Jaén, que alcanzaría el título de M.I.


         El último Lezcano se había convertido -y aún lo es- en un icono del nacionalismo progresista y un intelectual respetado por todos, aunque él mismo acabara abjurando de la clase política que le llenó de premios en sus últimos años, eso que él llamaba con distanciamiento "colección de pedantoteca", al igual que con cierta ironía se distanciaba de sus poemas de la calle a los que denominaba "mis engendros populistas". En el fondo, los cambios eran superficiales, y detrás del político y poeta popular estaba el mismo hombre sencillo, reflexivo y algo melancólico de siempre. No es fácil para un intelectual sumarse al carro de la vanidad.


         Ya he dicho que en los primeros años 80, liberado ya de los problemas anteriores, jugó muchos torneos: provinciales hasta 1984, quedando tercero en el de 1983 -declinó de hecho participar en el campeonato de España de 1983 jugado ese año en Las Palmas, cediendo la plaza al joven Alfredo Brito-; también compitió con éxito en varios torneos El Corte Inglés, quedando incluso en el quinto puesto en una de sus participaciones, pese a que competía toda la élite local. Etc.

La llamada vieja guardia del ajedrez grancanario en un almuerzo en el Nautico, Gregorio Hernandez, Betancort, Andres Armas, Eligio Quinteiro, Fraguela, Lasso, José García Padrón etc



         Pero será mejor aproximarnos al Lezcano ajedrecista a través de las viñetas que magistralmente trazó quien lo trató en esos años, el M.F.  Ernesto Solana, en su semblanza para mi libro "El juego de nuestras vidas" (2016). Comienzo por este fragmento de 1981:

         1981, provincial: "Nos tocó enfrentarnos ya al final del torneo -penúltima ronda-, justo el 24 de febrero, un día después del asalto al Congreso de los Diputados... Me ofreció tablas en una posición igualada después de veinticinco jugadas, y aunque en mi ardor juvenil consideré brevemente el prolongar la lucha, enseguida estrechamos la mano.         Ahora, pasado el tiempo, es cuando consigo hacerme cargo de su estado de ánimo en una situación de tanta incertidumbre política y vital... Después de firmar el empate, analizamos un poco la partida y escuché respetuosamente las sugerencias del veterano maestro. En aquel primer diálogo con Pedro, aunque su tono era amable y sosegado, me pareció que mantenía a la vez una cierta distancia."

         1983, provincial: "Transcurrieron algunos años antes de que volviéramos a coincidir sobre el tablero, aunque entretanto le recuerdo batallando con una lentilla frente al espejo en el baño del Club, mientras preguntaba con cierto desamparo si alguien sabía cómo enfrentarse a aquella molesta novedad óptica… Nuestro reencuentro ajedrecístico tuvo lugar en el Provincial del 83. En una destacada actuación, él venía pugnando desde el principio por la primera plaza, en lucha directa con el gran favorito Pepe García Padrón. Pese a mi desempeño irregular, en una de las rondas finales rompí los pronósticos y trunqué sus últimas expectativas en el torneo.         Aun así, se mostró muy deportivo después: “Está claro que hay que apoyar a los jóvenes…”, concluyó a modo de elogio. Humilde y autocrítico en la derrota, Pedro era generalmente racional y desapasionado en los análisis: no le importaba reconocer sus errores, y me parecía también advertir una cierta fragilidad de moral, que le llevaba a abandonar las luchas que para él ya no tenían sentido...".

         El Provincial de 1984 fue el último de este tipo que jugó Pedro, que había participado en casi todos desde su inicio en 1960. Los desagradables incidentes mientras se disputaba el torneo, dirigidos contra el presidente federativo y jugador Menvielle, le llevaron a abandonar el provincial, con una dura carta en prensa en que reprochaba la mala educación de los capitanes de equipos de la oposición que no respetaban siquiera el silencio  que exige una partida de ajedrez. Menvielle tenía piel de elefante y no sólo continuó jugando sino que ganó ese provincial. El talante sensible de Lezcano era muy distinto. Es esa distinción que traza Ernesto Solana en el ajedrez entre jugadores (los "killer" luchadores como Sagaseta, José García Padrón...) y pensadores (como Lezcano o el propio Solana...).

            Solana: "En el Provincial del 84 –torneo de grato recuerdo en lo personal-, me habría enfrentado nuevamente con Pedro de no haber mediado su inesperada retirada del torneo, en el contexto de un ambiente crispado por momentos entre la Federación saliente -de la que él formaba parte- y una en ocasiones demasiado combativa oposición…

            En el verano de aquel mismo año, ya en una atmósfera más relajada, volvimos a vernos en el Albergue de Guía, donde quien escribe impartía en plan hermano mayor -dada la escasa diferencia de edad- un curso para jóvenes promesas entre las que se encontraba su hijo Perico, que empezaba a despuntar. Lezcano padre tuvo la gentileza de contribuir en aquella convivencia con una instructiva charla sobre finales de peones (oposición y casillas críticas, si no recuerdo mal). Otros alumnos de aquel curso se convertirían después en verdaderos clásicos del panorama insular, como Jesús Carmelo Rivero e Iván Trujillo -canteranos de Tres Palmas y años después Maestros de la FIDE-, o los inseparables bataneros José Castellano y Juan José Sosa Suárez –este último Secretario y luego Presidente de la Federación de Gran Canaria durante muchos años-.

            Resulta obvio que Lezcano Montalvo fue un buen maestro para su hijo menor: sin duda le transmitió el gusto por el análisis, la lectura y la belleza lógica de nuestro juego, aunque quizá también una cierta cautela competitiva en sus inicios, de la que se iría liberando –para bien- con el paso del tiempo.

            Si en ajedrez distinguiéramos entre pensadores y jugadores, creo que Perico era más práctico e improvisador, con más temperamento de jugador que su polifacético padre, a mi juicio algo más inclinado al sesudo análisis sobre el tablero. Tuvo que ser un momento realmente emotivo para ambos cuando, una década después, el joven Lezcano recibiera de manos de su padre aquel certificado con una norma de Maestro Internacional…


            En una larga e inolvidable sobremesa guiense con Pedro padre, hablamos con muchísima franqueza sobre diversos temas... Lezcano fantaseaba -en un ejercicio de ajedrez-ficción- con la posibilidad aún no cumplida de un Gran Maestro canario, que se habría logrado –decía- “con un híbrido entre la técnica de Fraguela más la combatividad y la pegada de Pepe García Padrón”. Recuerdo que le mostré un libro con partidas de Kasparov -uno de los primeros que se publicaban sobre la rutilante estrella soviética-, recién recibido desde el extranjero. Después de hojearlo con interés, bromeó: “Tiene muy buena pinta, pero si lo compro mi mujer me mata…”.


            En la misma privilegiada cita escuché, con una mezcla de asombro e indignación, inconfesables relatos sobre la desaparición de la Revista Ajedrez Canario -después ajedrez 6000-, que él mismo había dirigido. Pedro sostenía que la prestigiosa publicación ya podía autofinanciarse con las suscripciones nacionales e internacionales, pero que se había forzado su cierre a finales de los 70 en el inicio de un nuevo ciclo político, con visita incluida de un par de secuaces para indicarle que –con independencia de sus fundamentadas argumentaciones- había órdenes superiores de finiquitar aquel proyecto… y que pareciera un accidente."




 1987:

            Mi siguiente evocación de Lezcano padre data ya de 1987, pues no recuerdo que volviera a jugar más Provinciales… Sus apariciones en el ambiente ajedrecístico tenían ya más que ver –tengo la impresión- con la irrupción de Perico en las competiciones, si bien aquel año entablamos una disputada partida en el clásico Corte Inglés, así que seguía siendo un duro rival aunque ya no se prodigara mucho.

            Padre e hijo acudieron aquella temporada como acompañantes al Campeonato de España por equipos en Monzón (Huesca), en la órbita del Club de La Caja, que optaba seriamente al máximo título. En mi caso, viajaba como primer tablero del Centro Goya, sin otra pretensión que curtirme con la experiencia, aunque altamente motivado en lo que se preveía iba a ser una dura prueba para mí.

            En este sentido, ya desde el principio me sentí arropado por el sabio patriarca, e incluso se atrevió a aventurar mi puntuación final en el torneo –una cifra no demasiado exigente-, supongo que para quitarme presión…  También el joven Perico –por aquel tiempo más bajito que yo- se sumaba cada ronda al particular coaching –, y celebraba con emoción cada uno de mis triunfos como si fueran suyos… Fuere como fuere, lo cierto es que sobrepasé al final del torneo las expectativas, y con un 85,71 % de puntuación recibí el premio al Mejor primer tablero, en lo que sería mi primer aldabonazo a nivel nacional.
            Una anécdota de ese mismo torneo nos muestra el lado más humano de aquel intelectual de expresión normalmente contenida… El primer día, Pedro llegó tarde al comedor. Nos explicó con manifiesto enfado que un desaprensivo –a quien se refirió de manera no reproducible- se resistía a dejar libre la única cabina telefónica disponible, ajeno a su impaciente espera al otro lado del cristal, cuando pretendía contactar con su familia después del largo viaje."





           
         Pero es verdad que Lezcano, enfrascado en su actividad política, en sus viajes -le encantaron los países suramericanos, pero le decepcionó la U.R.S.S.- , tenía ya muy poco tiempo para el juego. Y los años empezaban a pesar. El reloj biológico le pasaba factura en las últimas horas de las partidas.    






         Los pocos torneos que disputó en estos últimos años 80 son El Corte Inglés de 1987, el torneo de la O.N.C.E. el mismo año, y finalmente  último torneo relevante que jugó Pedro fue el duro Social del club Caja en septiembre de 1988, donde logró una buena actuación, 4/25, por detrás sólo de José García Padrón, Juan Pedro Domínguez y Orlando León. Fue un torneo muy simbólico, cargado de veteranos: Angel Fernández, Juan R. Betancort, Blas Rodríguez, Manuel Fernández Cuartero, Juan A. Valcárcel... Junto con la savia nueva, como su propio hijo Pedro Lezcano Jaén (padre e hijo acordaron tablas incruentas en su partida).


         También disputó la simultánea contra Kasparov de 1989, y algunas partidas aisladas como jugador por equipos hasta 1990 . 

Kasparov y Lezcano simultanea 1989


Curiosamente en la última, en 1990, derrota al M.I. José Miguel Fraguela; cierto es que ni él ni Fraguela competían ya apenas, y Fraguela cometió un grave error al jugar al ataque.

         El Pedro de estos años, ya casi en los 70 años, es el de siempre, posicional, pausado, reflexivo, con gran comprensión de las posiciones y difícil de batir, aunque a menudo propenso a tablas. El mismo apuntaba que un sexagenario podía competir en ajedrez con un veinteañero, lo que en otros deportes sería imposible, porque aunque disminuía la resistencia física y la capacidad de cálculo, la madurez daba esa intuición de lo correcto, de la esencia de las posiciones.


            Años 90.- El tiempo del luto y los discursos necrológicos.-

         La última década de intervención de Pedro en la vida del ajedrez se caracteriza, más que por su participación en torneos, que abandona prácticamente del todo, por su apoyo al ajedrez desde su puesto político, así como, por desgracia, por su labor de homenaje y panegérico a los grandes ajedrecistas que fallecieron en estos años: Pírez en 1992, Sagaseta en 1993, Angel Fernández en 1999... Como él decía en sus escritos de esos años, era ya un superviviente de una época, habitante de un mundo que se había ido quedando despoblado de sus amigos. Por desgracia, la fatalidad le tenía aún preparado otro golpe, la muerte de su hija May poco antes de su propio fallecimiento en 2002. Al menos tuvo la suerte de no sobrevivir a su querido hermano Ricardo, quien aguardó más de una década para alcanzar esa "muerte compartida", esa "muerte dos a dos" con que siempre habían especulado los hermanos.



         Pedro no jugó ya en esta década, salvo on line en su domicilio, salvada una única partida disputada en 1996 con el club Caja B de Las Palmas contra el teldense Bruno Hernández, que fue tablas. La prensa saludó esta partida como un retorno del veterano ajedrecista, pero en realidad Pedro, con la salud ya muy quebrantada, no estaba en condiciones de disputar torneos, ni siquiera por equipos.

         Ernesto Solana se refiere a esta partida: "Recuerdo una de sus últimas apariciones en un torneo oficial -¿tal vez la última?-… Fue un sábado en el Club de La Caja, alineado tal vez por compromiso en uno de los equipos filiales. Ya andaba mal de salud: se le notaba incómodo y caminaba con dificultad. Sin perder el humor -y en exagerada autoflagelación- al sentarse a jugar dijo a modo de hilarante titular de prensa: “Momia encontrada en torneo de ajedrez”… Muy pronto hizo tablas y se marchó acompañado. Aquella fue la última vez que vi a Pedro en persona...  En una de sus postreras entrevistas para la televisión, Lezcano había dicho de manera entrañable: “Uno piensa que morirse no puede ser tan malo, cuando tantos buenos amigos lo han hecho antes”…".

         Bruno recuerda aquella partida, una defensa Grunfeld que acabó en un final de tablas...

         Tres años antes hubiera podido participar en un torneo de veteranos organizado a toda prisa ante la enfermedad terminal de Fernando Sagaseta; pero su rápido fallecimiento frustró el torneo, , que se reconvirtió en un Memorial Sagaseta que Pedro hubo de presentar tiempo después... Al igual que un año antes, en 1992, hubo de presentar el I Memorial Germán Pírez, que tuvo su lado triste pero que a su vez supuso para José García Padrón la consecución de norma de G.M.: por primera vez un grancanario, ex alumno de Pedro, se acercaba al máximo título ajedrecístico, aunque por desgracia no conseguiría, al menos hasta hoy, las suficientes normas para la concesión del título.

         Ernesto Solana: "Pero si hablamos de amistad fraternal, es inevitable referirse a la figura de Germán Pírez: “Germán era un mito hasta para sus amigos”, había dicho emotivamente en la clausura del primer Memorial en honor a su camarada en 1992, mientras era Presidente del Cabildo. Conservo una entrañable foto de la inauguración de aquel fuerte torneo: Lezcano haciendo el saque de honor en mi partida con García Padrón, con un gran cuadro de Pírez al fondo, mudo testigo del acontecimiento. Al espectador atento no se le escapará una significativa  coincidencia: el jersey rojo que tanto Germán –en imagen- como Pedro –en vivo- vestían para la ocasión…".




Memorial Pírez 1992 obsérvese la coincidencia de atuendo entre Lezcano y Pírez

         La pérdida de tantos amigos iba dejando huella en el ya senecto vate. Como escribió en un acto de homenaje al poeta y también ajedrecista Isidro Miranda Millares: "No se puede escribir sobre la muerte; la muerte hay que vivirla, hay que morirla. Los amigos del alma no se mueren sin llevarse fragmentos de nuestra propia biografía. ¡Y me he muerto con ellos tantas veces! Me sería imposible a estas alturas demostrar que he existido.  Ningún notario firmaría mi fe de vida por falta de testigos. Mi juventud no ha sido sino el sueño de todos, de la que ya no queda sino un barrio vacío".

         Pedro apoyó en estos años 90 totalmente al ajedrez: con la publicación de los últimos tomos del Informator canario, así como varios torneos de renombre, como el Lark, etc. Su cartilla escolar seguía reeditándose... Era ya una figura legendaria, pero totalmente alejada del juego activo. 

         En 1996 acudió con su esposa Carmen al campeonato de España por equipos de Oropesa como espectador y apoyo de su hijo.

         Ernesto Solana: "Encontré a nuestro protagonista en un solitario paseo  una mañana otoñal en la Playa de Oropesa (Castellón), durante el Campeonato de España por equipos de 1996. Él se dirigía a un campo de setas no muy lejano, pues la micología era una de sus tantas aficiones. Liberado ya de su responsabilidad como Presidente del Cabildo, Pedro y Carmen Jaén -su infatigable compañera- se habían unido a la expedición canaria, atraídos seguramente por un interesante cartel: el equipo de su hijo Perico (junto a Todorcevic, Brito y Braulio Sarmiento) y el Caja, con la presencia estelar –un año más- de Karpov (sustituido a mitad del torneo por otro Anatoly menos inspirado: Vaisser), además de Izeta, García Padrón y quien esto escribe.
         En aquella improvisada conversación, a Lezcano le preocupaba que la preparación teórica de Perico –ya casi Maestro Internacional-, no fuera tal vez lo bastante exigente… Cuando le hice ver que su hijo era un chico sano, con otras inquietudes aparte del ajedrez, guardó un reflexivo silencio, quizá aceptando mi razonamiento…
         Inesperadamente, noté su incomodidad. Como si de repente creyera que aquel encuentro invadía mi concentración previa a la partida, Pedro se despidió con una cierta precipitación… En realidad, yo le habría acompañado con gusto a su expedición campestre, pero mi timidez me impidió insinuárselo.
         De aquel mismo viaje, conservo todavía algunas anécdotas más con nuestro poeta ajedrecista… En la ida, el azar nos había reservado en el avión la misma fila de asientos -a la derecha, irónicamente-: Pedro ventana, yo pasillo y Carmen Jaén –inigualable conversadora- sentada entre ambos…
         Cuando aterrizamos, Lezcano bromeó delante de Carmen disculpándose por la locuacidad de su pareja, pues él había pasado casi todo el trayecto leyendo… Mientras nos reíamos, le aseguré que en realidad había disfrutado de la amena compañía. Al levantarnos del asiento, me preguntó con naturalidad cómo hacía para llevar una barba tan cuidada a diferencia de la suya, por entonces un tanto bohemia, símbolo inequívoco de una nueva etapa vital más relajada…
         En el fragor de una de las rondas, vi a cierta distancia cómo Lezcano Montalvo se acercaba al paseante Karpov para interesarse por su partida con el fuerte Gran Maestro Boris Gulko. Poco antes, el ruso canario había realizado un sacrificio posicional de carácter intuitivo y consecuencias no del todo previsibles, y así lo denotaba la respuesta gestual de Anatoly, moviendo las manos con una expresión de incertidumbre, mientras sonreía…
         Tiempo después, se publicó en todo el mundo aquella victoria magistral de Karpov plagada de signos admirativos, como si todo hubiese estado previsto de principio a fin con la máxima certeza… Conclusión tranquilizadora, amigos ajedrecistas mortales: hasta los mayores genios dudan en el proceso de creación…"

         1997-2002: La enfermedad y el adiós.-

         En 1997 empezó el lustro de la decadencia física, que llevó con entereza. Pedro sufrió ese año una delicada operación de la columna que no tuvo excesivo éxito,y limitó mucho sus movimientos. El poeta, cerrada su etapa política, se había refugiado ya en su casa de Santa Brígida, en la tranquilidad de los días, en su descubierta afición por la informática y el ajedrez on-line, al que le había aficionado su hijo Perico. "Lo paso bomba" escribió a su hermano.  Era ya viejo y enfermo, y como él mismo escribió sobre la ancianidad: "Disminuida sensiblemente nuestra actividad física y algunos añorados placeres juveniles, todo lo que nos queda es la vida interior, con dos componentes esenciales, el afecto a los demás y la propia cultura.Hace dos años se averió mi columna vertebral, y como soy modelo antiguo no hay repuestos en el mercado de la salud. Pero la vida sigue siendo hermosa, escribo versos y participo de las inquietudes de mi época".

En sus últimos años recibió varias distinciones: el Premio Canarias de Literatura en 1991, el nombramiento por el Cabildo como hijo adoptivo de Las Palmas (1999), y un doctorado honoris causa  en la Universidad pública (2001) -aun ha seguido recibiendo distinciones tras su muerte...-.  Al ser nombrado hijo adoptivo pronunció un emocionado discurso. En la parte que correspondía a su distinción manifestó: "Con gratitud y júbilo acepto la adopción de nuestra isla. ¿No adopté yo a mis islas hace setenta años? Esta adopción no implica encomio alguno, sino reconocimiento a mi constancia. Además, tiempo atrás la he estado solicitando descaradamente... Cuando se inaguró en el Museo Canario el busto de Alonso Quesada, lo pedí en unos versos que decían "Quiero pisar tu senda de romero,/ que si ésta no es mi tierra porque nací en llanura,/ si no por nacimiento seré por sepultura/ canario, por derecho de muerte ¡y porque quiero!".  Todos nacemos por casualidad, pero plantamos nuestros lares por afinidades entrañables. Hoy no he de alegar mi derecho de muerte de ser canario, sino  mi derecho de siembra. Aquí llegué desde La Mancha, descubrí que había mar. Conocí la amistad, y en el amor de Carmen, entre hijos y nietos, plantamos ya diez troncos....".

En este año 1999 en que es nombrado hijo adoptivo de Canarias, se produce como dije la muerte de Angel Fernández, ex campeón de España, y todos los veteranos se implican en el torneo y actos de homenaje, incluido Pedro, que juega su última partida, ésta de exhibición, contra Juan Marrero Portugués. Al entierro de Angel y el torneo asistió su gran amigo Ricardo Calvo. Por desgracia Ricardo Calvo y Pedro Lezcano sólo sobrevivirían tres años a Angelito, falleciendo los dos en 2002.

Ernesto Solana: "Mi memoria, traviesa muñeca matrioska, da un salto en el tiempo hasta 1999 para evocar el último e inesperado encuentro entre aquellos viejos amigos. En la despedida a Angelito Fernández, el maestro Calvo le comentó cariñosamente a Pedro –convaleciente en silla de ruedas- que su noble imagen de dignidad sedente le recordaba a un cuadro del renacentista Rafael: el retrato del Papa Julio II. Como prolongando su complicidad personal, tanto Pedro como Ricardo nos abandonarían en el año 2002…".


Marrero Portugués y Lezcano 1999 torneo de homenaje Memorial Angel Fernandez

En la entrega del doctorado "honoris causa", en 2001, en un recordado discurso en el Rectorado, delante de todas las autoridades, un año antes de su muerte,  fustigó  la baja estofa de la gran parte de la clase política. Y es que había salido muy asqueado de su trato con la politica profesional. Recordaba a la muerte de Germán Pírez en 1992 cómo éste se había alejado de la política precisamente cuando ésta se había convertido en una actividad lucrativa. Celebraba por ello su propia vuelta a la privacidad.

En 2001 la muerte de su hija May de un cáncer de evolución rápida le sumió en la desolación, y no pudo superar una nueva intervención quirúrgica al año siguiente. La noticia de su muerte llegó como un mazazo.

 Sus honras fúnebres fueron una muestra de apoyo multitudinario expresado desde todas las capas de la sociedad, el pueblo llano, el mundo de la cultura, las élites políticas...

Andrés Armas escribió un texto necrológico: "...Sus lecciones magistrales, su fina ironía, su talento... Una anécdota (entre las miles que sembró con su conducta ejemplar) que resume la grandeza de la gran persona que fue: Siendo presidente del Cabildo, y teniendo necesidad de hablar con él, me dejó un recado para que fuera a verle en su imprenta de la calle Ángel Guimerá. Cuando llegué y me encontré la puerta cerrada toqué varias veces y cuál no fue mi asombro al verle aparecer ante mí sudoroso, sonriente, y con la sencillez que le caracterizaba decirme: "Perdona, pero estaba en el laboratorio revelando unas fotos, y es que los miércoles me escapo un rato del Cabildo para trabajar aquí en mi vieja imprenta, a la que he de volver". Hablaba con Pedro casi todos los días a través del teléfono y en las visitas que periódicamente le hacíamos en su casa de Santa Brígida Juan Rafael Betancort, Juan Marrero Portugués, Pierre Dumesnil, Ildefonso Lasso, José Miguel Fragüela, Eligió Quinteiro, José García Padrón, Gregorio Hernández... siempre lo encontrábamos creando algo en su ordenador, jugando partidas rápidas a través de Internet, analizando la última novedad teórica... Por el Ajedrez canario pasó Pedro Lezcano, la página más brillante de su Historia".


           

         Solana:   "No recuerdo quién me dio la triste noticia, pero poco antes de ir a trabajar acompañé a Perico en el exterior del Tanatorio, especialmente transitado aquel día, como cabe suponer. Al cabo de un tiempo se nos acercó Carmen, su madre, probablemente abrumada por el interminable desfile de pésames protocolarios… Le expliqué, como excusándome, que no había entrado para no molestarla. Entonces me tomó del brazo y dijo con aquella sincera efusividad tan suya: “¡Gracias! ¡Tú sí que eres un amigo!”… Resultó ser también mi despedida de la brava compañera de fatigas, pues nunca más volveríamos a vernos…            Alguien escribió una vez: la inteligencia humanística y la tristeza son inseparables… En este sentido, siempre me transmitió Pedro ese desencanto reflexivo que tienen las personas lúcidas, la íntima decepción del intelectual que esperaba más de su entorno, las renuncias y concesiones necesarias en la vida pública… Lo que suena hipócritamente –en definitiva- a través de la máscara social que nos impone el teatro de la vida.
            Se fue el hombre, pero nos quedó su huella como amigo, maestro, escritor y ajedrecista: sus excelentes partidas, la mítica Cartilla escolar, los torneos en su memoria y -recogiendo el testigo- la estela de Perico, primero como jugador y ahora como formador de futuros maestros…"

         Pedro murió. Su ejemplo y su huella sobreviven, sí. Año tras año se celebra el Memorial en su honor, que va por la X edición en este 2017. Y como él mismo cantó en un poema al grupo Mestisay:

         "Que no me pida licencia
         quien quiera cantar mis versos.
         Mis palabras son de todos,
         si no ¿para qué las quiero?
         (...)
         Nada queda de los hombres
         si no es palabra en el viento,
         si no es voz en la memoria,
         si no es música en el tiempo."


Cierro este artículo con el poema sobre el ajedrez que él mismo compuso para el I Torneo Internacional Ciudad de Las Palmas en 1972, y que dedicaría a Ricardo Calvo "humanista de la F.I.D.E."

Alfiles de distinto color (De “Versos para jugar y cantar”).

Mayor odio racial no se conoce
Que el de estos dos alfiles que separa,
Sobre el propio color, el de sus pasos,
Hollando eternas sendas separadas.

Uno pisa la luz y otro la sombra
Sobre idéntico campo de batalla,
Y en imposible duelo interminable
Empuñan sin cruzarse sus espadas.

Como dos personajes de dos sueños
Que en tiempos paralelos se buscaran
-separados por raza y por destino-
Para saciar un odio que no sacian.

Exhaustos al final y acompañados
De escasas huestes ya sin esperanzas,
Con más rencor que nunca insatisfecho
Han de firmar las tablas.

No declaran la paz, sino la tregua.
Con la mirada torva, ambos aplazan
Para futura lid el cumplimiento
De la implacable y eternal venganza.

Jamás se olvidarán: odio sin sangre
Más ciegamente que el amor enlaza.

           
  Veamos  también algunas partidas de estos años (para las de los provinciales de los años 80 pueden consultarse en formato texto los artículos específicos de esos torneos en este blog).

Fraguela-Lezcano equipos local 1990

Lezcano-Navarro equipos 1987

Fraguela-Lezcano 1990

Orlando Leon-Pedro Lezcano Montalvo social Caja 1988

Lezcano Montalvo-Jose Garcia Padron social Caja 1988



Para conocer más sobre el poeta y su obra pueden consultarse estos documentos, entre otros:

Lezcano Premio Letras Canarias 2016 revista electrónica


Antologia poética